Una experiencia que les sucede a muchas personas puede ser descrita como lo que viene a continuación:
En la vida comercial o en sus asuntos personales, las personas se encuentran con frecuencia comenzando algún proyecto deseable y llevándolo a cabo sin muchas dificultades hasta su culminación y entonces, por alguna razón desconocida; parece que todo se atasca. El último paso, o los últimos dos no pueden ser dados. Aparentemente todo está listo para asegurar el éxito y luego a la onceava hora, la puerta se cierra.
Y esta experiencia no ocurre una vez, sino sucesivamente, un proyecto detrás de otro. Una venta importante está casi completada; todas las partes involucradas parecen estar satisfechas, pero cuando llega el momento de firmar el contrato, la venta se cae. O bien, un empleo importante está casi asegurado; las entrevistas han sido satisfactorias; pero a último momento otra persona es elegida.
También puede suceder que después de planear un importante encuentro entre dos personas, en el último minuto el suceso más inesperado impida su encuentro. Y así por el estilo.
A éstos, yo los llamo «los casos de La Copa y El Labio», ya que ellos ilustran muy bien el viejo proverbio, “Hay un largo espacio entre la copa y el labio».
Tal periodo de desgracias puede eliminarse realizando la siguiente frase:
«Yo pertenezco a Dios. Mi trabajo es el trabajo de Dios, porque Dios trabaja a través mío. El trabajo de Dios no puede ser obstaculizado o demorado. Por supuesto, Dios siempre termina exitosamente cualquier cosa que El comience. El trabajo de Dios debe llegar a su completa realización. Mi trabajo es Su trabajo, por eso llega a su total fructificación. Le doy gracias a Dios por esto».
Emmet Fox
Please follow and like us: